Por supuesto, lo ideal sería poder seguir las recomendaciones calóricas todos los días. Sin embargo, es perfectamente normal tener días en los que tienes más hambre que otros y no prestas demasiada atención a las calorías. Hay muchos factores que influyen en qué y cuánto comemos, como el aburrimiento o el estrés. Por fin, el acto de comer no se limita a la ingesta de calorías, sino que está fuertemente vinculado a las emociones, la percepción sensorial, el placer y los aspectos sociales. De hecho, es imposible ignorar estos factores. Cada día es diferente y tus hábitos alimenticios también.

El objetivo calórico debe considerarse como una guía y un método para ayudarte a comprender mejor tus hábitos alimentarios. Por ejemplo, si un día superas tu objetivo calórico, este método te permite saber qué alimentos han contribuido a eso. Con el tiempo, aprenderás a distinguir los alimentos según su contenido calórico.

Lo más importante es intentar alcanzar tu objetivo calórico de media semanal, equilibrando tus calorías recomendadas a lo largo de la semana.

Aunque no quieras perder tu motivación, te aconsejamos que no seas demasiado duro contigo mismo respecto a tu objetivo calórico y te animamos a que encuentres un equilibrio saludable que funcione para ti. Contar calorías es un apoyo útil que no debería convertirse en el centro de tu rutina diaria.

Recuerda también que cada metabolismo es diferente y que cada cuerpo reacciona de forma distinta a la ingesta de alimentos. Por lo tanto, considera siempre nuestros cálculos como una simple recomendación y nunca como una obligación.